Translate

jueves, noviembre 21, 2013

El padre

- Decía mi padre que en la vida puedes optar por dos actividades que reconfortan el alma: rezar o escribir. Como sabes, era profundamente ateo.
-  Gran tipo tu padre…
-  Una de nuestras eternas discusiones versaba sobre si es posible escribir evitando lo vivido. Sigo sin verlo claro, en cambio, ahora estoy seguro de que es imposible vivir evitando lo escrito. Aunque esto nunca lo llegamos a plantear.
-  Supongo que tu padre era, sin saberlo, fundamentalmente pragmático.
-  Pragmático y sabio. Sin haber leído a los clásicos, compartía lugares comunes con todos ellos y muchas veces, como sin querer, les metía unos repasos importantes. Sobre todo, en esa última frase que dejaba caer cuando creías que la conversación había terminado. Durante mucho tiempo pensé que lo hacía adrede. Que la dejaba justo para el final, descojonándose por dentro el resto de la conversación, sabiendo de antemano que había ganado el partido, y que lo haría, en el tiempo de descuento.
- Tenía esas cosas. No creía que la línea recta.
-  Es verdad, no creía en la línea recta.
-  Gran tipo tu padre…
-  Es verdad, gran tipo…

miércoles, noviembre 06, 2013

Ladran, luego cabalgamos

A tientas logra alcanzar la cama.  Mala noche para el amor y para la continuidad del amor. Él llega, como siempre, borracho y tarde, demasiado tarde. Ella, haciéndose, como siempre, la dormida. Ya ha pasado el tiempo de los "ultimatums ". Había gastado su última bala.
 
Mañana hará las maletas. Ni siquiera será necesario discutir. Nada más caer a plomo en la cama, lo supo de inmediato. No habrá más perdones.
 
Justo antes de caer rendido pudo planificar la retirada. Aplicar el penúltimo esfuerzo sobrehumano para levantarse pronto, recoger las cuatro cosas que considera imprescindibles, dejar el anillo de compromiso sobre la almohada (esto le pareció poético en su momento) y deslizarse hasta la puerta con ademán de sombra. Contaba, en eso se conocían perfectamente, con la complicidad de ella. Sabía de sobra, que ella mantendría el teatro del sueño hasta que se hubiera ido.
 
No volvería a llamarla. Lo que quedara atrás se daba por perdido. Nunca más volvería a entrar en una casa, en otra casa, dando tumbos y mascullando borracho  “ladran, luego cabalgamos”, esa frase, que quizá Don Quijote llego a pensar, pero que nunca dijo.
 

 

martes, octubre 29, 2013

El reto ( A mi hijo Leo )

El reto consistirá en evitar decirte, 

“No permitas que nadie llene tu tiempo de silencio” o
“todas las heridas cicatrizan y se convierten en experiencias” o
“ llegarás a querer desde lo más hondo, pero hasta esto es un aprendizaje” o
“no pierdas jamás la perspectiva en las cosas, te librará de laberintos” o
“ no malgastes tu tiempo en enfados u odios, te arrepentirás, por inútil, de cada minuto que empleaste en algo negativo”

o…
 Pero ahora que te tengo delante, y me miras tan fijamente que me detienes el corazón, como evitarlo.
 Ahora te hablo, casi a escondidas, para que tu madre no me riña por llenarte de certezas. Tu llegarás a algunas, a todas las mías (que son pocas) y alguna más. Como todos, irás convirtiendo tu camino en tu personalidad, y viceversa.

 Yo estaré ahí. En el margen. Tratando de no interferir en lo que no sea necesario y preparado para empujar en las cuestas. Sólo, y nunca solo, estaré ahí.

 Por mi forma de ser (ya te irás dando cuenta) ya tardaba en decirte esto, y aunque lleves sólo tres semanas con nosotros y tus ocupaciones sean otras, seguro que en el fondo esto ya lo sabes, porque seguro que te has dado cuenta, de alguna forma, que es tu padre el que te devuelve la mirada.


jueves, septiembre 19, 2013

Entretantos


A Mario, en las primeras horas de tardes como esta, de domingo, le gusta sentarse en una esquina de su sofá. En sus manos un libro, pero no lee. Todos necesitamos este tipo de coartadas. Mario en estos ratos, piensa en las pérdidas que ha sufrido a lo largo de su vida.
Como perdió su primer trabajo de forma injusta. El típico correveidile profesional y sus malas artes, le apartó del único oficio que llegó a disfrutar y sobre el que tenía todas las esperanzas del mundo, que con veinte años son muchas. Tuvo que irse fuera unos años, a buscarse la vida, como dicen, imagen redonda y perfecta en este caso.
Piensa en el primer matrimonio que no funcionó apenas recién comenzado. En como perdió a su hijo y a su mujer, por una infidelidad por parte de ella, demostrable y vulgar. Lo segundo, siempre le molestó más que lo primero.
Suele terminar este apartado pensando en su padre, el cual murió a edad temprana y que no llegó a conocer a su nieto. Piensa en el tiempo que no llegó a pasar con él y en todas las cosas que no se dijeron. 

Daniela, en el otro extremo del salón, mantiene la misma estrategia. La aprendió al poco tiempo de estar juntos y la hizo suya.  Ella, en estos ratos, gusta de saborear todo lo bueno que le ha dado la vida.
Piensa en su primer contacto en Londres con un joven español que venía buscándose la vida. En como esa relación sin serlo fue maravillosa a su manera, inexistente pero semilla. Como descubrieron juntos tantas cosas, que después fue imposible olvidarlo.
Piensa también en su primer matrimonio y como no llegó a funcionar por culpa de terceros. Piensa en lo mucho que se arrepintió de ello, en como aquella tragedia, con hijo de por medio, vino a cimentar su futuro, ya permanente y sin dudas, contra pronóstico con la misma persona que había traicionado.
Suele pensar, en como la muerte del padre de Mario, ese que ahora parece que lee en el otro extremo, lo cambió tan profundamente, y como después de aquella tragedia comenzó a hablar a su propio hijo, de forma tan profunda, tan sencilla.


Entretanto, la hija menor de Daniela y Mario, apenas cinco años recién cumplidos, mira a uno y a otro. Sabe perfectamente que ninguno lee. Espera paciente, como todos los domingos, a que alguien rompa el hechizo. Se levante y diga, “salimos a jugar un rato”?. Ella tiene todo el tiempo del mundo, nunca desespera, al fin y al cabo su único objetivo es bajar al parque y dibujar circulitos en la arena.
 
 

jueves, septiembre 05, 2013

Certezas

Mario masculla mientras se está duchando:

“Lo urgente no es siempre importante, o eso se dice. Como tampoco dios ayuda siempre al que madruga. Supongo, que  las certezas van por barrios.
En mi caso, tengo pocas. Certezas, digo. Tuve, creo recordar, un par de ellas. Ambas verdades absolutas y básicas, pero a estas alturas ya empiezo a dudar incluso de ellas. Uno nace y muere, o no, ahora pienso que quizá todo transcurre en el vértice de un prisma. Todo sucede allí, en el mismo sitio, en su parte más afilada. El resto, son proyecciones que conforman la forma. En definitiva, no hay trayecto.”

Después, clama frente al espejo:

“Tengo que confesarlo. Me encantan estas reflexiones. Suelen suceder en los lugares menos apropiados, nunca en la Biblioteca Nacional (tampoco la frecuento). Y esa es la magia. El encuentro de lo real y lo imaginario. El punto y aparte y seguido, (sigo pensando que las frases deberían comenzar también con un punto.)
Arrepiéntase aquel!!! (Imposta en voz de Torquemada) que vive entre certezas. No hay nada con menos intención que una puerta sin cerradura.”


lunes, septiembre 02, 2013

Un día

Un día mirarás atrás. Es inevitable. Quizá no ahora, date tiempo. Pero un día, mirarás atrás. Como el que asoma entre una puerta entreabierta o el que revisa una dedicatoria en la que no aparece su nombre.

Lo harás. Créeme. Quizá no ahora. Date tiempo.

Me permito un consejo. Ese día. Átate bien los machos, sacúdete la melancolía como si fuera fuego, búscate si te quedan restos de arena en los bolsillos.

Ese día. El primero y el último en cierta manera, servirá de poco. De poco sirve escribir sobre lo escrito. Es entonces cuando empieza. Ya por fin. Empieza.

Desde tu propio espejo. Calcularás todo el tiempo que no has vivido, que has permitido que pasara suspendido a varios metros. Recorrerás de nuevo las calles por las que nunca quisiste pasar, los cables que te escoltan desde el cielo.

Un día mirarás atrás, créeme, no has sido el primero.
 

martes, agosto 27, 2013

Acordeón de hojalata

Vuelve a casa tras un día extraordinario en lo ordinario. De a gris se fue haciendo, mientras manejaba informes y remitía formularios. Fue quedándose en la nada, extraviándose en ese  pozo burocrático que es la existencia.
Ahora, ya por la calle, de vuelta a casa, se va preguntando, ¿qué carajo hice para llegar aquí?, ¿qué carajo voy a comprar a Daniela para el próximo aniversario?, ¿por qué carajo no acepte aquel ascenso con treinta años?... y mira al suelo, y a los escaparates, y al suelo.
Se cruza con una chica, mucho menor que él, joven a la fuerza, y ni siquiera lo mira. En estos casos, se ríe para dentro, ya que se atribuye poderes sobrehumanos, en este caso, la invisibilidad.
Sabe perfectamente que incluso tiene instalada la rutina en el desencanto. Estos pensamientos no son nuevos. Los tiene trabajados durante años. Ahora miserable, ahora triste, ahora pesimista, ahora toca poner buena cara. Entramos en casa.
Y ahí empieza la obra. Ensayada durante los primeros cinco años, representada los últimos veinticinco. Aquí también se ríe, claro, para dentro,  considera un éxito rotundo mantener su obra en cartel treinta años y de continuo. Sin el menor accidente de recorrido que haya trascendido. Sin una separación, sin nada.
Cena, habla de lo que toca. Hoy política y el último asenso en su trabajo, al que ha asistido, en este caso, de espectador.
Durante este tiempo, que suele durar entre seis horas y ocho o veinte minutos, dependiendo de lo que tarde en fregar, acompaña estos menesteres con un único pensamiento que permanece constantemente, como una huella de fuego, en el trasfondo. Se siente feliz. Y esto es lo que más le martiriza. Y lo analiza y lo cuestiona y lo mata por dentro...
No sólo se siente, es feliz. Y analiza pros y contras, y por qué carajo esto o lo otro y se acuesta en la cama. Y abraza a Daniela. Y el mundo se para, como se paró por primera vez hace treinta años. Y es feliz. Y esa sensación de felicidad es tan intensa, que queda completamente impregnado y le acompaña el resto del día y da forma a sus miserias y lo devuelve a casa cada noche.
Pero sigue insistiendo, en cada latido, en averiguar porque el amor es suficiente en todos los casos.