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jueves, octubre 19, 2006

Suerte

Hay que tener suerte. En casi todo, o en todo, lo que hacemos, decimos, padecemos o proyectamos. Suerte de una forma sutil e ingenua. Incluso hay que tener suerte antes de nacer, dónde, cuándo, o con quién se nace determina el resto de lo que sucederá, aka la vida.

Hay formas de suerte: grandes, pequeñas, longevas, efímeras, públicas, privadas, efectivas, inútiles, amigas, enemigas, claras, oscuras, angelicales, macabras, alcohólicas, abstemias, enfermas, sanas, finaladas, incompletas, absurdas, sensatas, cómplices, traidoras, extranjeras, nativas, propias, ajenas, ignorantes, intelectuales, comunes, insólitas, pobladas, desiertas, ambigüas, pragmáticas, deshechadas, imprescindibles, absortas, concentradas, urbanas, campesinas, exactas, extraviadas, etc.

Pero la suerte final, la que se enquista hasta convertinos en individuo, es la mezcolanza de todas las formas posibles, o en su defecto la forma más sencilla de todas. Una única suerte, inevitable y próxima. Entonces es , cuando uno, al final se muere.