Acabo de salir de clase (Gestión Contable) y la verdad que estoy muerto. No muerto en el sentido literal de la palabra (véase la imposibilidad de publicar en dicho estado), sino en que me voy a comer el teclado y dormir sobre el monitor. Es duro terminar la week y levantarse el sábado a las 7:30.
La próxima semana se presenta interesante, se preveen cambios laborales que me afectarán de una forma u otra, y el viernes toca comparecer ante el tribunal del Advance (si no me acobardo cual lagartija).
En este sábado de las pequeñas cosas, echo de menos a mi hermana. Echar de menos como decía aquel, no como el que echa de menos las llaves de casa cuando las olvida, o lo que es peor, cierra la puerta dejándose el alma en el cajón (gran poeta).Pero uno, que es unidad y trino (a la vieja usanza), se recompone,y escribe: "Tu hermano te quiere mucho", y apaga el ordenador. Por supuesto, sin echar de menos lo suficiente (no hay profesionales de la nostalgia).
Hoy ya es otro día, y mañana y pasado. Hasta que venga Julio y nos traiga un viaje, donde escoderemos nuestras señas en otro país, para que las encuentre otro, y nos recomponga. Y ya por fin, con identidad y para siempre, nos podremos perder entre la desmedida e ingrata mediocridad, que nos rodea.
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