Al escribir un blog es lo que pasa. Un día tienes diez temas en mente y quieres compartirlos todos, y otro día, uno se ve sentado frente al ordenador, esperando que el teclado arranque solo.
Cuando pasa, esto segundo, conviene no marear el ratón y mucho menos, obligarse a imaginar. Algo imposible.
Uno puede optar por contar ovejitas, al uso antiguo, hasta tener bien dormida la parte del cerebro que conduce a la comunicación. O bien, comadrear con el camarero, o con un vecino, en busca de algo interesante que llevarse a la boca. Cualquier cosa, incluso un tema menor, poco noble y desgastado. Lo que sea, con tal de terminar el penoso tránsito de la página en blanco.
Hay deseos ( humano, animal o cosa), que no encajan bien en ningún lenguaje. Que se asfixian enseguida, nada más vestirlos con palabras. Hay veces, efectivamente, que la ausencia de texto (por ejemplo un post en blanco), es la metáfora más acertada, aquella (nuestra) verdad incuestionable, que nunca podremos expresar abiertamente.
Sea como fuere, en mi opinión, cuando uno está bloqueado en la construcción de un post, debe hacer lo siguiente: firmemente estirar el dedo, presionar el botón On/Off del ordenador, y una vez muerto y apagado, que es lo mismo, salir a la calle, llamar a alguna muchachita y comenzar a vivir.
De nada.
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