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lunes, junio 20, 2005

Este presidio

no condiciona mi libertad.
Cómo decía aquel, (más o menos), "la libertad consiste en poder elegir la propia cárcel". Si a esto sumamos que digiero con sumo escepticismo, eso que llaman autoridad, el resultado es una inmediata y definitiva fricción con mis superiores.
Sé que no están los tiempos para eufemismos, así que al grano. No hay torpeza moral mayor que el despotismo, y si este despotismo viene acompañado de una absoluta ausencia de razón, el resultado ( y van dos), es cerrar la puerta de la cárcel por fuera, y buscar otro presidio.
No me quito culpa, ya que mi carácter no me mueve demasiado a transigir, pero en este caso no hablo de protocolo, sino del precio a pagar por lo que tienes.
En este (mi) caso, lo que tengo vale exactamente el esfuerzo de obviar ciertas desavenencias, o por decirlo en plata, callarme de vez en cuando.
Pero lo más triste, y esto me impide guardar rencor a nadie, es que todavía halla personas que se tomen la vida en serio. Todos debemos poner un ápice de sobriedad a la rutina, para que no se desboque; pero esto no justifica en ningún caso, la exaltación de la estupidez. Y encima con galones.
Así que sin saber que pasará hoy o mañana o pasado, me arriesgo a aventurar, que pasaré de una cárcel a otra, a corto plazo. Esperando encontrar una, en la que al menos el carcelero, no crea que la vida, es eso que le acontece de lunes a viernes, ocho horas.

1 comentario:

DEMO dijo...

BRAVO!!!