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viernes, septiembre 02, 2005

Estados Hundidos

En ninguno de los casos, me alegraría de la desgracia ajena. Y en este caso, menos todavía.
Padecer la administración Bush ya es, en si mismo, una forma de penitencia. (Claro está, que conocido el personaje, fue reelegido.)
El Katrina, seguramente sólo ha aportado a la conciencia americana, la forma más natural de la nada. Su mentalidad, de corto recorrido, no va a cambiar porque unos cientos o miles de compatriotas queden bajo el agua. Sería mi deseo, que la desastrosa gestión (antes, durante y después) de la tragedia, encendiera la luz, en el túnel que atraviesa la sociedad garante del mundo libre.
El otro día, en las noticias, una señora, que acababa de sufrir el azote más modesto de Katrina, reconocía haber aprendido una lección: "El poder de la madre naturaleza". Como dice el refrán, "Cuando el hombre apunta al cielo, el tonto mira el dedo".
Lo que más me duele, es que no va a servir de nada, para su propio futuro como nación, ni para el resto del mundo (que lo padecemos), esta forma nacida en Nueva Orleans, y que le da un nuevo sentido a la palabra "caos".
No creo en plagas bíblicas.
Todos tienen derecho a llorar sus muertos, en Irak también. No lo olvidemos.

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